La pandemia que ha marcado los últimos meses de la historia de la humanidad nos ha dejado lecciones importantes a considerar si queremos plantearnos un futuro más resiliente y sostenible. Esto significa, un futuro en el que podamos garantizar una calidad de vida digna para todos en nuestras sociedades que resista embates como el COVID-19 y que pueda conservarse para las generaciones futuras. Primero, aprendimos que nuestro sistema económico es vulnerable, principalmente debido a que las actividades económicas de microempresarios y trabajadores son un componente esencial de nuestro sistema económico y, debido a la situación económica de muchos de éstos, son los más vulnerables a disturbios como el COVID-19. Segundo, que no solo nuestro planeta nos manda mensajes de que nuestro “crecimiento” lo ha rebasado, sino que, dados los bajos niveles de contaminación experimentados en los meses de cuarentena global, nuestra “normalidad” es la causa inequívoca de la degradación ambiental que vivimos. Tercero, que podemos esperar un panorama incierto, con poco flujo de circulante en un futuro próximo.

Si bien, estas lecciones nos dejan una reflexión a nivel macro (digamos, hacia donde queremos ir como país, región o humanidad), las reflexiones pueden muy bien aterrizarse al ámbito empresarial. Es cierto que, entre lo urgente y lo importante, el corto y el largo plazo, hay una diferencia significativa. La pandemia en el corto plazo nos irá acostumbrando a tener las medidas sanitarias correspondientes en nuestros negocios, las cuales son requeridas por las autoridades para operar, lo que significa la creación de un nuevo hábito, sin embargo, es en el largo plazo donde las lecciones antes mencionadas deben incluirse. En el día a día de nuestros negocios, por más pequeños que sean, tomamos decisiones a largo plazo cuando decidimos invertir. Expandir mi negocio, abrir otra sucursal, comprar más maquinaria, todo esto tiene una connotación a futuro. Un futuro cercano con una contracción económica y altos niveles de desempleo que se traducen en menos circulante y una alza en las tasas de ahorro, lo que puede resultar no muy alentador hacer inversiones.

¿Qué inversiones hacer bajo este panorama?

Primero, se podría hacer un caso para inversiones de poco riesgo, tratando de minimizar su tiempo de retorno. Aquellas inversiones que suponen atraer más clientes, introducir un nuevo producto (no esencial) al mercado o buscar más ventas dependen de las condiciones del mercado, las cuales ya dijimos, no son muy alentadoras. Esto nos lleva al segundo punto, invertir en fortalecer nuestros procesos productivos, sin necesidad de expandir nuestras ventas. Es decir, las inversiones que se orientan en reducir, por ejemplo, los costos de producción tienen la posibilidad de crecer las utilidades sin necesidad de expandir las ventas. Esto nos puede llevar a concluir que las inversiones necesarias en estos momentos deben ir orientada a la eficiencia de los procesos productivos de nuestras empresas. Eficiencia se refiere a poder hacer más con menos.

En ImpulSolar, creemos que este es el futuro de las inversiones de los microempresarios. Nuestro servicio de asesoría para la gestión energética de tu negocio y la adquisición de paneles solares puede ayudarte a reducir los costos necesarios para pasar estos duras momentos de incertidumbre. Con nuestra asesoría minimizas el riesgo de la inversión en paneles solares que ayudarán a reducir costos importantes de tus procesos productivos, sin dejar de lado las medidas de eficiencia energética que nuestros expertos pueden proponerte. ¡En ImpulSolar, estamos contigo en esta “nueva normalidad” para ayudarte a que realices #TuMejorInversión!